Exoskeleton en un proyecto en desarrollo en el que Studio Víctor Pérez-Rul reflexiona sobre los cuerpos de los seres vivos como esferas sin bordes, como infinitos no por extensión sino por indefinición, como espacios permeables, como sistemas de procesamiento energético y como patrones dinámicamente preservados que, morirán y se convertirán en ruina.
Exoskeleton 1.2 es la secuela o la iteración de Exoskeleton 1.0, escultura pública instalada permanentemente en el Centro Cultural Mexicano Americano Emma S. Barrientos (a.k.a. MACC) de la ciudad de Austin, Texas, develada en 2017 como parte de la programación de Casa México en el marco del festival South x Southwest. Cuando Exoskeleton 1.0 se develó estaba lloviendo como la ley de todo lo que funciona con energía solar y la ley de Murphy dictan, y un año más tarde, el día que volví para darle mantenimiento, no sólo estaba lloviendo sino que cayó una tormenta de hincarse.
Exoskeleton 1.2 es una escultura solar que he exhibido alrededor de cinco veces en los últimos 12 meses y que fue originalmente comisionada para ser presentada en el Carnaval de Bahidorá 2019. La primera ocasión que se exhibió no estaba terminada, sino que era una muestra del proceso corriente y se montó integrada con otras esculturas que evocaban criaturas desconocidas a manera de instalación bajo el nombre de Weird Fishes. Weird Fishes fue parte de la exhibición Modern Love, curada por Daril Fortis durante la semana del Arte de la Ciudad de México en febrero de 2019. Pasó sin pena ni gloria.
La segunda exhibición, la primera realmente oficial como Exoskeleton 1.2 fue en el Carnaval de Bahidorá, también en febrero de 2019. Gracias al entusiasmo y conciencia de la importancia del arte de Céline Huerta esta pieza me fue comisionada por Distrito Global a través de Céline, para ser exhibida en el carnaval. Exoskeleton 1.2 no existiría sin la fe, entusiasmo y gran trabajo de Céline y compañía. Entre proyectos de artistas consolidados, subalternos y emergentes el carnaval presenta año con año un espectro heterogéneo de trabajos artísticos en el contexto paradisiaco del parque ecológico de Las Estacas en el estado de Morelos en México.
Para hacer el montaje de Exoskeleton 1.2 para carnaval de Bahidorá me ayudó Felipe Hernández, y nos tardamos un poco menos de 3 días. Es una pieza en principio simple, pero la locación, el calor y el reto de poner una esfera de dos metros de diámetro en el centro de un río medianamente profundo y con corriente respetable consumieron las horas de forma voraz.
No voy a ahondar en todo el asunto del montaje de una pieza como ésta pero sí quiero relatar un fragmento (acaso dentro de nuestra experiencia subjetiva el momento más importante de todos y el más anecdótico):
>>> La noche anterior Felipe y yo habíamos dejado la pieza lista en tierra (el momento más mágico, en la obscuridad total, Exoskeleton se reflejaba al palpitar con su luz fría emanada de su centro y reflejada por un espejo de agua, se mezclaban sus reflejos óseos y sus luces circulares con el concierto de grillos, ranas, sapos y demás animales nocturnos, uno no sabía si estaba en el planeta Tierra hoy, dentro de 2500 años o hace 3000) para durante la mañana sólo tener que ocuparnos de instalarla en medio del río. Así lo hicimos. El reto físico fue duro, pero con la planeación adecuada y la concentración que desarrollamos logramos instalar Exoskeleton 1.2 en su sitio. Todo funcionaba a la perfección, la pieza estaba recibiendo luz solar, cargándose de energía, viéndose hermosa fundida con el paisaje, una nave espacial o un ser de otro mundo o algo del reino de lo microscópico estaba ahí, en medio de las aguas cristalinas del río que nace en y atraviesa el parque de Las Estacas. Era temprano y en unas horas teníamos cita para la conferencia de prensa, el tour con los medios, la foto. Nos fuimos a bañar, a comer, a descansar un rato.
Cuando volvimos ya bañados, boleados, comidos, contentos, satisfechos y con anticipación para la cita con la prensa nos dimos cuenta que alguien había nadado hasta la escultura, había querido subirse a ella y la había tirado de su base. Felipe y yo nos volteamos a ver perplejos, argüendeamos un poco y luego pura acción -->
Nos quitamos la ropa y nos metimos en calzones al río, tomamos la escultura, la cual había empezado a acumular agua en su cuerpo y se había vuelto muy pesada aunque aún flotaba, la sacamos a la orilla. Cargando piedras debajo del agua volvimos a posicionar la base de metal en su sitio. Fuimos por la escultura y la volvimos a colocar en un ejercicio combinatorio de apnea, obstetricia, acua aerobics y crossfit ejemplar. No bromeo, al salir del agua Felipe y yo estábamos oxigen high, el trabajo de horas de toda la mañana lo habíamos repetido en 15 minutos.
Cuando terminamos de colocar la pieza voltee hacia el camino que traía a los visitantes de la entrada del parque hacia el área de Exoskeleton y venía una larga fila de gente de medios, cámara en mano, libretas y smartphones desenfundados.
A Felipe ya le valió, estaba drogado en su propia respiración, y se puso a cotorrear con unos locales que disfrutaban del espectáculo atípico que daba la inverosímil vida del arte: dos pelados en calzones cargando a manera del Atlas, río afuera, río adentro, una esfera geodésica color hueso, color yeso, de dos metros de diámetro que contenía una esfera transparente que contenía unas volutas rojas y grises de materiales desconocidos y que, decían, estaba viva y que se alimentaba de la luz del sol como una planta.
Yo al ver a la prensa sólo pude salir del río, tomar mis pantalones, la playera y vestirme como de milagro. Todos llegaron frescos y ávidos de información, yo estaba escurriendo agua, con los pantalones mojados denotando mi ropa interior y jadeando como un perro costeño que la acaba de librar del revolcadero. ¿cómo te llamas? ¿con qué trabajas? ¿qué te inspiró a hacer esta pieza? ¿cómo funciona?
Terminado Felipe y yo nos fuimos a dar una vuelta todavía en la cúspide de la emoción disparada por el esfuerzo físico y por la sobre oxigenación.
El resto de la exhibición la escultura hizo y estuvo donde quiso, se tuvo que mover 4 veces más, se armó, se desarmó, se volteó, se enderezó, eso sí, siempre digna y funcionando. Felipe y yo apodamos a Exoskeleton 1.2 como “La Doña”, pues siempre hace lo que ella quiere, cuándo y dónde ella quiere. De La Doña aprendimos miles de cosas poco expresables en palabras y disparó una catarsis que aún tiene eco en el trabajo de Studio Víctor Pérez-Rul y en los proyectos culturales de Felipe Hernández: La vida es el fenómeno más grande. Y si haces una obra de arte que pretende estar viva, te atienes al fenómeno mismo, la ilusión de control se desvanece y te encuentras enfrentándote a una serie de fuerzas a veces placenteras, a veces ingratas, pero siempre puras - hermosa fuerza bruta, inteligencia existente antes y más allá de las palabras. <<<
Después de estar en Bahidora, Exoskeleton 1.2 estuvo en el festival Akamba en Tequila, Jalisco. La armamos en 4 horas, la desarmamos en 2, en este viaje Felipe se enojó conmigo porque no le había dicho que La Doña, además de alimentarse del Sol y de palpitar con luz al atardecer, cuando le venía en gracia sintonizaba frecuencias de radio volviéndolas audibles y modulándolas dependiendo de la cantidad de luz del día, cuando esto sucede la escultura emite un sonido agudo, como el de una cigarra pero más alto, o también ruido blanco, o a veces hasta se puede escuchar una canción distorsionada, qué va, depende de lo que haya en el aire. Yo no había dicho nada porque es parte del misterio de un ser del que no todo se conoce.
Luego se presentó en el open studio que organizamos a finales del verano de 2019 en el estudio de la colonia Tabacalera, Ciudad de México. De ahí La Doña viajó a Toluca, donde se exhibió como parte de las actividades de inserción de Studio Víctor Pérez-Rul en el proyecto iniciado y dirigido por Ignacio Tovar, el Centro de Futuros del Tecnológico de Monterrey. Armamos a La Doña en 2 horas, y seis meses después la desarmamos en media hora.
Este año Exoskeleton 1.2 se presentó en la primera edición de OFFsite, una nueva iniciativa dentro de la semana del arte de la ciudad propuesta y curada por Karen Huber y Jeannette Millán. Con un año de viajes encima la escultura ha madurado como objeto, acumulado materia, tierra, agua, raspones y etcétera de los lugares en los que ha estado, haciendo posible su narrativa de ser retro-futurista, ancestral-trascendental y viajero interdimensional vivo cuya perfección no radica en su pulcritud sino en su honestidad, en su naturaleza orgánica y en su envejecimiento (lo primero que me dijo Omar Barquet cuando la pieza estaba recién instalada, nueva y reluciente en Bahidora es que no parecía un esqueleto-vivo y tenía razón, se veía como la réplica de un dinosaurio de museo, recién sacado del molde). En OFFsite Exoskeleton se unió a un grupo de tres esculturas que son un resultado lateral de mi residencia en el Centro de Futuros, estas tres esculturas, aparte de La Doña, son unas piezas fabricadas con piedras recolectadas durante la residencia en Toluca y circundan la idea de la teoría de la Lito Panspermia (el origen de la vida en la Tierra por contaminación intergaláctica a través de meteoritos y piedras como vehículo de propagación de bacterias y formas primitivas de vida). La instalación total se llamó Spaceships, la pieza la armamos Eunice González y yo en unas cuantas horas en esta nave industrial de la colonia Juárez que, a veces me recuerda un hangar, lugar idóneo para una nave espacial.
Al término de la semana del Arte 2020 de la Ciudad de México La Doña despegará nuevamente para aterrizar en una nueva locación en el Desierto de los Leones, donde se integrará en el bosque por algunos meses.
Mientras Exoskeleton 1.2, La Doña, sigue su camino acumulando kilómetros, manifestando, representando, el fenómeno más grande, el fenómeno de lo vivo, nosotros seguiremos siendo ávidos observadores y catalizadores de la vida, viaje y envejecimiento de esta nave espacial entrañable.
- See you, space cowboys
- Edit febrero 25, 2020: La semana pasada me contactó el guardia de seguridad que estuvo a cargo de Exoskeleton 1.2 durante Bahidorá. Me dijo que después de un año logró hacer contacto conmigo, que aún se acuerda de La Doña y de todo el proceso. Supongo que al final, de eso se trata hacer arte en buena medida, de conectar.
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